viernes, 31 de agosto de 2012

Huyapari / José Quiaragua Pinto


            Huyapari –el nombre antiguo y eterno del Orinoco-  es el título de esta obra que será de gran ayuda para los niños y jóvenes ávidos de conocer la luz de las cosas sencillas y preservar nuestra memoria histórica.  Una pequeña barca cargada de voces, donde está el quehacer de los hombres, el nacimiento de las ciudades, el fluir de las aguas, de las tradiciones y los metales.
         Huyaparí contiene, en pequeñas crónicas, el relato de los distintos hechos que nos permiten conocer la historia de Guayana. Tradiciones,  folclore y sucesos importantes de una tierra con sabor a aventuras.  Y la actividad alucinante de una generación que nos hizo sentir el íntimo orgullo de nombrar la palabra patria.
       El misterio y ritual de los bailes y música; las piedras que nutrieron  el espacio donde soñaríamos; los ecos de la batalla; el preciso y  emocionado  día cuando los barcos entraron a las aguas minerales del Orinoco; la flor que conversa con el silencio de la selva. Todo está dicho aquí. Y sentimos el imán de una prosa inquieta y minuciosa, límpida como los diamantes del Caroní.
       Nos encontramos, una vez más, con una obra de Américo Fernández, quien sabe que el universo es un instrumento complejo y delicado. Un ámbito lleno de correspondencias y misterios cotidianos, en el cual las cosas más elementales tienen una dimensión a la que sólo los cronistas como él, saben darle sentido de trascendencia

José Quiaragua  Pinto

                                                             Caracas 1989

La Historia del Estado Bolívar / Yolanda Birriel de Gil


Acabo de leer los 2 libros (tomo I y tomo II) del periodista Américo Fernández, recientemente publicado por ediciones Publimeco e impresos por Editora Boscan C.A., Barquisimeto. Los libros se refieren a la "Historia del Estado Bolívar". El primer tomo narra la historia de Guayana desde su época más antigua, calculada en los tiempos remotos de hace 3.500 millones de años, pasando por las fundaciones de nuestros primeros poblados, guerras y expediciones; la batalla de San Félix, sitio y toma de Guayana para llegar al lamentable e injusto fusilamiento del General en Jefe, Manuel Piar. Igualmente los alzamientos posteriores a la Independencia y profundas contradicciones de los conservadores y liberales, expresados en los partidos Antropófagos, liderado por Tomás de Heres (conservador); y el partido Filántropos, liderado por Juan Bautista Dalla Costa, corso por nacimiento y padre del que fue varias veces presidente de la Provincia de Guayana, Juan Bautista Dalla Costa Soublette.
Américo Fernández sintetiza en forma breve y amena toda esta historia guayanesa, pasando por todos sus presidentes provinciales del siglo XIX, hasta llegar al fin de Crespo como presidente de la República y el final de González Gil como presidente de la Provincia.
El segundo tomo arranca con el siglo XX, desde Cipriano Castro de presidente de Venezuela y el barcelonés Nicolás Rolando. Américo narra en forma sencilla la época de Cipriano Castro hasta 1908 y los 12 Presidentes de Guayana. La época de Juan Vicente Gómez con los 11 presidentes del Edo. Bolívar hasta 1.935. El período de López Contreras y Medina Angarita donde hubo 9 presidentes del Edo. Bolívar. Desde la época de Gallegos, con los altibajos hasta finalizar la dictadura de Pérez Jiménez, sólo estuvieron 5 gobernadores del Edo. Bolívar; y en la era democrática, durante 17 años, el Edo. Bolívar ha tenido 22 gobernadores, incluyendo a Andrés Velásquez, único gobernador elegido mediante el voto democrático.
Este trabajo del distinguido periodista le da un gran aporte a la historia guayanesa y a las nuevas generaciones para que conozcan sus ancestros y peripecias. Ojalá los gobiernos regionales y municipales divulguen esta amena y pedagógica historia en los colegios primarios, liceos y universidades. Que se auspicien charlas y foros sobre nuestra historia porque Guayana y Venezuela faltamos de una memoria colectiva. La desmemorización de un pueblo es grave. El que no conoce el pasado, jamás comprenderá el presente, y estará propenso a cometer los errores de ese pasado.
Los 2 tomos de la historia del Estado Bolívar, los resume Américo en su introducción: "Hemos decidido publicar una historiografía resumida del Edo. Bolívar debidamente ilustrada y en lenguaje sencillo. Nuestra "historia regional ha venido siendo postergada y minimizada, posiblemente por falta de quien la estimule, Patrocine e investigue de manera sostenida y sistemática".
 

miércoles, 29 de agosto de 2012

HUYAPARI / Mercedes Febres de Natera


Es el nombre del reciente libro publicado de AMERICO FERNANDEZ, Periodista destacado, historiador y escritor de hermosa trayectoria intelectual, cuyas actividades inherentes a su dedicación profesional y al cultivo de las letras venezolanas, que todos conocemos y aprecia­mos a través de sus obras, constituyen en su valioso contenido un hermoso aporte cultural que enaltece su distinguida y sencilla persona­lidad.
"HUYAPARI", este nombre escogido para signar el contenido de este libro, tiene raíz histórica de nuestra tradición, recogida por él del lenguaje aborigen, que con voces de siglos bautizó las primicias fluviales de éste, nuestro gran río el ORINOCO.
El interesante comentario dedicado a mane­ra de prólogo o presentación de esta obra, por JOSE QUIARAGUA PINTO (Caracas) y seguido por la inspirada "Invitación" de su autor a conocerla, intuyen entre sí el llamado a desglo­sar sus páginas escritas con las hermosas citas de nuestras tradiciones en el vasto escenario de esta gran Guayana; e impresas con imágenes y tintes literarios que despiertan en nuestra fibra emocional el fervoroso en­cuentro con las voces históricas del tiempo a través de centurias transcurridas y nos hablan del ayer legendario de este gran pedazo de nuestra geografía y de sú etnia regional, que tatuó sobre rocas seculares la huella de sus pasos en sus lares nativos¸como esculturas mágicas, que enriquecen el Museo etnográfico de la cultura indígena.  Y la cual aún pervive con su prismática visión en el vasto horizonte de las selvas guayanesas y en el paisaje agreste de su flora y su fauna. En el Mito milenario de "El DORADO", que hoy yergue la presencia de su imagen remota, proyectada sobre los ricos yacimientos de sus riquezas naturales, de su hierro y su oro y pedrerías, que forjan sobre sólidas bases nacidas de su entraña generosa, el creciente desarrollo in­dustrial venezolano; y hoy pregonan las voces de sus ríos caudalosos, el turbulento Caroní y el Orinoco, cuyas fuerzas hidráulicas impulsan el progreso siderúrgico regional, Deslizando sus aguas en progresivo avance, con cantos de sirenas, bajo el aura soleada del cielo guayanés, con luces y con lunas y estrellas y el Iris luminoso de la historia.
En el breve y sencillo comentario de esta valiosa obra de AMERICO FERNANDEZ, es preciso destacar la trayectoria de su mundo intelectual dedicado a Guayana; desde los albores de su primicia histórica en el largo transcurrir de sus Cuatro centurias, a lo largo de su vida colonial, cuyos rasgos perviven sobre sólidas rocas de la vieja Angostura. Hasta la realidad de nuestra época, donde lo encontramos hoy presente, como "Cronista de la Ciudad", de la Ciudad Bolívar de hoy, frente a su río, compartiendo incidencias de sus fastos gloriosos en el vasto horizonte del memorial histórico, unido en sus funciones al diario devenir de nuestros días, en el eficiente desempeño de sus acertadas actuaciones, reflejadas en el rostro y la imagen de la ciudad procera y en los campos abiertos del periodis­mo regional y nacional.
Gracias AMERICO por traer a mis manos tu "HUYAPARI" (ocúspulo valioso).
Gracias por este libro cosecha y fruto cultural logrado por tu siembra generosa en el cultivo de las letras venezolanas, con meritorio esfuerzo y gran dedicación intelectual. Nacido de tu mundo espiritual y de tu mente, con luces de la historia reflejadas en función colonial, e ilustrados con personas y nombres de varones ilustres, destacados en importancia histórica y social. Y en la marcha ascendente de tu incursión, histórica consignada en tu libro, siguiendo por caminos de la Patria, (desde la vida legendaria autóctona de nuestra ascen­dencia colonial presente en la fundación de la República), vislumbraste en tu mente la pre­sencia imborrable de nuestro Libertador SI­MON BOLIVAR, en la Casa Colonial de San Isidro hasta la Casa del Congreso de Angostu­ra y la del Correo del Orinoco; las que en tu interesante recorrido traducido con letras y palabras, encontramos escritas en los rasgos impresos de este libro y los cuales invoco en estos mis sencillos comentarios los que hoy te dedico con entera y amistosa deferencia.  EME

martes, 28 de agosto de 2012

AMERICO FERNANDEZ // Escribe José Manuel Sucre Ruiz

El Bolivarense / Ciudad Bolívar, Lunes 28 de Octubre de 1985

AMERICO FERNANDEZ  //  Escribe José Manuel Sucre Ruiz

En un diario regional, el domingo 16/9/85 este buen amigo dio declaraciones referentes a mí per­sona, cosa que tengo que agradecerle grandemente aunque tengo que repetir aquí textualmente lo que dije hace muy pocos días refiriéndome a la querida amiga y poetisa Iris Aristeguieta, quien también se acordó de este pobre viejo carcomido por los años (el almanaque), los males físicos y sobre todo los morales, que llegaron al máximo con la inesperada desaparición de nuestro hijo Juan Manuel (qepd), que nos dejó a mí querida esposa y a mí, en la orfandad y de luto para siempre. Américo Fernán­dez es amigo nuestro desde los tiempos en que tra­bajamos juntos en el negocio comercial de F. E. Salazar, Sucursal Cd. Bolívar que abrió sus puertas el primero  de Octubre de 1945. Américo se hizo periodis­ta de fuste como lo es hoy, a esfuerzos propios y su rectilínea honestidad es y lo ha sido siempre su inquebrantable y permanente presea. Felizmente en Cd. Bolívar podemos contar con periodistas que le hacen verdadero honor a su gremio y a su tierra.
Mi agradecimiento y compañerismo con el ex-Presidente Carlos Andrés Pérez data de muchos años y estoy seguro que de resultar postulado una vez más para la Presidencia de la República, resultaría electo no solamente en el Estado Bolívar, a­donde es más que segura su elección, sino en toda Venezuela, pero había pensado que el tal vez imita­ra a su querido Maestro don Rómulo Betancourt para darle oportunidad a sus otros compañeros presidenciables donde hay hombres de la talla de Da­vid Morales Bello, Leopoldo Sucre Figarella, Car­los Canache Mata y otros de igual valía. De todas maneras estoy seguro que si Carlos Andrés resulta electo, se uniría de inmediato a David Morales Be­llo para luchar juntos y con la debida energía con­tra el narcotráfico que es uno de los peores males en que está envuelta la juventud venezolana y na­die mejor que Morales Bello es capaz de luchar y vencer en esta contienda.
Es mi deseo aclarar algunos dichos de mi querido amigo y paisano Américo Fernández para el caso de que él no interpretara bien lo que quise decir. Referente a las pequeñas o grandes diferencias de interpretación que pudieran existir en mí partido Acción Democrática en política o economía, creo que estos fenómenos son muy naturales en la democracia interna de cada partido, pero no estoy de acuerdo que tales controversias salgan a la calle cuando pueden ser discutidas y aclaradas en nues­tra propia casa que es de donde deben salir las Soluciones. Otro procedimiento sería empastelar las cosas en estos momentos críticos, cercanas co­mo están las fechas de elecciones.
Ahora quiero hablar unas cuantas cosas sobre mi familia en general y lo que debo a mis padres por los apellidos que me legaron. Como cosa previa debo decir que no soy de los que creen que haber heredado tal o cual apellido es cosa demasiado honrosa. No. Lo importante para mi es saber llevar el patronímico con estricta honradez y que nadie pueda decir sin levantar una calumnia que me aproveché del nombre o apellido para cometer infamias reñidas con la dignidad ciudadana. Pese a los va­rios años que datan del fallecimiento de mi padre Juan Manuel Sucre Samarra, quien siempre fue muy apegado a mí y a mi esposa, más que todo porque él era sordo de un oído y en vista de la vida solitaria que llevaba por este motivo, yo pasaba horas diariamente conversando con el tratando de aliviar su soledad. A estas alturas me parece que mi padre siempre está con nosotros y chequeando mi conducta como siempre lo hizo.
Juan Manuel Sucre Ruiz (mi hermano mayor) fue persona para mucha gente inolvidable especialmente en Tumeremo hoy capital del Distrito Domingo Sifontes, donde residió desde que contrajo matrimonio con la gran matrona que fue doña Inés Figare­lla Cordoliani. Sus 6 hijos nacieron y vivieron en Tumeremo hasta la hora de su inesperado fallecimi­ento, después del cual se vino Doña Inés con sus hijos a vivir en Ciudad Bolívar con nosotros al lado de mi padre. Más tarde se radicó en Caracas para velar por la educación y levantamien­to sus hijos. A la hora de la muerte de su esposo los negocios de la firma Rosales y Co. que él repre­sentaba, andaban mal debido a la cantidad de deu­das a los  obreros que trabajaban en la empresa de la minería y balata. Doña Inés sólo recibió un Seguro Vida de su esposo por Bs. 60.000,00 con lo cual procuró la educación de sus hijos que son: Juan Manuel (el mayor) hoy General retirado de las FAN y quien posee un admirable récord personal rectilínea conducta y honradez en la Institución armada. Fue Jefe de la Casa Militar en el Gobierno ­del Dr. Rafael Caldera y hoy vive de su pensión retiro. Leopoldo Sucre Figarella (el segundo hij­o y Ministro de Estado, Presidente de la C.V.G, En físico y recio carácter es el hijo más parecido a su padre. Hace años cuando apenas  era un joven, en el gobierno constitucional de Don Ró­mulo Betancourt fue nombrado Gobernador del Es­tado Bolívar y luego Ministro de Obras Públicas y más tarde en el gobierno constitucional del Dr. Raúl Leoni Otero fue ratificado en el Ministerio de Obras Públicas los cinco años de su gobierno. Leo­poldo Sucre Figarella fue "la mano derecha" del Dr. Leoni en la construcción del Puente Angostura sobre el río Orinoco frente a Ciudad Bolívar, que unía a la Venezuela del Centro con la Venezuela del Sur. Por eso es que pensamos que hombres de ese carácter, de esa trayectoria y de esas energías son los que necesita Venezuela en la Presidencia de la República para lograr por fin el verdadero progre­so y la estabilidad de la Democracia venezolana. Alguien dice: Leopoldo no es político queriendo de­cir: no es politiquero, ni engaña al pueblo con fra­ses de relumbrón.
El tercer hijo de Juancito, Antonio, fue un notable Médico Ginecólogo en Caracas fallecido en plena juventud y persona que llamaba la atención por los precios a su clientela. Deja un grupo de hijos que promete ser una verdadera esperanza de futuro para su querida y buena madre. José Francisco Sucre Figarella, notable hombre en la política inter nacional venezolana, hoy representante de Venezuela en la ONU y capaz en todo sentido. Inés Matil­de Sucre Figarella, esposa del conocido guayanés Dr. Carlos Eduardo León, Médico Veterinario radicado desde hace años con su esposa e hijos en Maracay, capital del progresista Estado Aragua. Y Guillermo Sucre Figarella, quien no caminaba todavía a la muerte de su padre, hoy excelente crítico literario y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Hombre sencillo y recto como pocos, lo mismo que su señora esposa e hijos. Como se ve, toda esta gente representa, primero, el fruto de los esfuerzos y constancia en el trabajo de Juancito, a raíz de cuya muerte el pueblo de Tumeremo se vistió de luto por varios meses pues él movilizaba a ese pueblo con su comercio y sus empresas de minería aurífera y explotación de balatá y luego de los esfuerzos de Doña Inés, admirable madre y matrona de Venezuela Doña Inés, en cuya memoria y recuerdo, nuestro Arzobispo el queridísimo Monse­ñor Crisanto Mata, fundó la Escuela Hogar Santa Inés, donde se educan y se visten 100 niñas indíge­nas y algunas campesinas del vecindario, quienes al terminar sus estudios van a colaborar en la edu­cación de sus hermanas indígenas.
Para terminar este articulo quisiera enviar el siguiente recado a mi amigo el Dr. Mancinij Presi­dente de la C.A. Electricidad de Ciudad Bolívar: A diario cuando me dirijo a la grata soledad de mí fundo por la Autopista Cd. Bolívar-Puerto Ordaz por la región de Marhuanta, encuentro todos los días encendidas las 24 horas las luces de la autopista hasta Marhuanta que es donde yo me aparto. Se está perdiendo, pues, una gran cantidad de enerva eléctrica sin que yo conozca el motivo. Cuando veo esto, lo primero que pienso es en la cantidad de gente pobre de Ciudad Bolívar que al  no poder pagar 2 recibos les cae "el corte" con la consiguiente oscuridad de su hogar.

lunes, 27 de agosto de 2012

AMERICO FERNANDEZ / por la directora de UYAPAR

CONOZCA A NUESTROS COLABORADORES

Américo Fernández
Ustedes, pequeños lec­tores, seguramente que experimentan natural in­quietud por conocer más humanamente a nues­tros colaboradores, es decir, a quienes con fre­cuencia se dedican a escribir de manera ame­na y sencilla para los ni­ños y jóvenes aficiona­dos a esta revista.
La Dirección de Uya­par, desde luego, quiere complacerlos y hoy va­mos a comenzar por pre­sentarles a una persona que lleva más de cinco años escribiendo para ustedes. Se trata de Américo Fernández. El es periodista. ¿Saben ustedes qué es un periodista? Es un profesional dedicado a estudiar, investigar y tratar los temas implica­dos en la vida de una so­ciedad, para procesarlos en lenguaje claro y trans­mitirlos a los lectores a través de los periódicos u otros medios de la co­municación social.
Pues bien, Américo Fernández hace ese tra­bajo diariamente y por eso posiblemente le es fá­cil escribir para una re­vista como Uyapar, sólo que aquí él debe hacer un esfuerzo para utilizar un lenguaje más sencillo todavía, capaz de ser entendido por niños y ado­lescentes.
En Uyapar este pe­riodista ha escrito o tra­tado más de sesenta te­mas, todos gratos a la cu­riosidad y mentalidad de los niños. El primero ver­só sobre el Diamante de Barrabás, publicado en la edición 101, de oc­tubre de 1974.
Naturalmente que él no sólo escribe para Uyapar. También es colabo­rador de Tricolor y con Régulo Carezo y Pedro Orta, trabajó en una pá­gina infantil que salía se­manalmente en el diario El Bolivarense cuando era tabloide. Sus traba­jos profesionales más frecuentes y abundantes son para el periódico El Nacional, donde lleva quince años. En general, su producción periodísti­ca y literaria se halla dis­persa en muchos periódi­cos y revistas locales y nacionales.
Recientemente publicó "Cronología de Vene­zuela", un libro que abarca 365 episodios y personajes de la historia patria, desde su des­cubrimiento hasta nues­tros días. Tiene otros libros en preparación. Además de periodista, Américo Fernández fue Presidente de la Asam­blea Legislativa del Esta­do Bolívar. Secretario General por varios pe­ríodos del gremio de pe­riodistas; junto con otros intelectuales ayudó a la fundación de institu­ciones artísticas y cultu­rales como la Casa de la Cultura de Ciudad Bolí­var y los Museos Soto y Correo del Orinoco. Ha ganado varios premios de periodismo y aunque nacido en una islita de cinco kilómetros al sur de Margarita —Isla de Coche— donde los niños construyen sus propios juguetes, la mayor parte de su vida ha transcurri­do en Ciudad Bolívar donde trabaja y piensa para ustedes.
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domingo, 26 de agosto de 2012

Un escritor prestado al periodismo / Carmen Carrillo

Hay, periodistas prestados al oficio de escritor y hay escrito­res que se sumergen en la profesión de pe­riodistas. A este úl­timo grupo pertenece Américo Fernández, corresponsal de El Na­cional en Ciudad Bo­lívar por más de veinte años y dos veces ga­nador del premio in­terno "Federico Pache­co Soublette".
Entrevistarlo es fácil y difícil al mismo tiem­po. Fácil porque como amigo es muy espon­táneo, y franco y difícil porque es bastante tí­mido para ser un fa­blistán.
Es de un hablar pau­sado, suave y poco fre­cuente pero cuando se sienta frente a una má­quina de escribir, por los dedos de las manos le saltan las palabras, ideas, frases, diálogos e historia. Sí, es un his­toriador y hasta un na­rrador de cuentos, pero de esos que son buenos.
Pertenece a la lla­mada vieja guardia del periodismo a pesar de que sigue siendo un hombre joven de espí­ritu y edad y sin em­bargo tiene muy claro que la función de todo comunicador es contri­buir a la formación de opiniones, desde un punto de vista peda­gógico.
No le gusta la panta­lla ni los periodistas pantalleros o como dice "esos que entran al oficio a dañar la mística.  Y desde la oficina de El Nacional en la calle Libertad de Ciudad Bolívar estrecho paso empedrado divisa al Orinoco que pareciera bostezar en las tardes de calor.
Todavía lo sorprenden las cosas cotidianas. Lo maravillan hechos sencillos y no ha perdido esa sensibilidad social, necesaria para entender el comportamiento del hombre con sus virtudes y defectos.
Considera que el periodista debe escuchar y hablar poco, pues ese es su principal trabajo y aunque parezca mentira es un soñador empedernido.
Américo Fernández, es nativo de Coche es cochero. Siempre que tiene oportunidad vuelve a su casa en esa amarilla isla del Mar Caribe. Allí se encuen­tra con los fantasmas de su vida, esos que le sacuden la hamaca cuando está leyendo.
Luego regresa a Ciu­dad Bolívar y él mismo ya no sabe cuáles son sus auténticas raíces. En todo caso le gusta contemplar al Orinoco que pasa lento y can sado como, una gigantesca serpiente que acabara de comer y recordar las arenas de Coche.
Ha sido desde diputado a la Asamblea Legislativa hasta escritor de libros de historia.
Y tiene en mente un nuevo sueño: poder dirigir su propia revista.

Carmen  Carrillo

Publicación mensual de la C.A. Editora El Nacional para su personal / Marzo 1986

sábado, 25 de agosto de 2012

Profeta en otra tierra /Javier Auqué Lara



"ULTIMAS NOTICIAS"        CARACAS, VIERNES, 16 DE DICIEMBRE DE 1994
Américo Fernández
Profeta en otra tierra
Por Javier Auqué Lara.
Como las brujas en "La Tragedia de Macbeth", de William Shakespeare, vaticinan al duro "thane" de Cawdor: "¡Salve, Macbeth, que en el futuro serás Rey!", en uno de sus aquelarres, yo fungí de gratuito arúspide al predecir que Américo Fernández aseguraría para sí "cuando caigan los bosques, muera el hombre, y al final de los años, canta el cisne", para decirlo con un laureado poeta, el lauro consagratorio en un escrito que firmé, a propósito de la aparición de su magnifica obra "Historia del Estado Bolívar".
Algo de lo esbozado entonces parece comenzar a materializarse: la adopción del volumen por parte de algunos organismos oficiales como texto indicado para el saludable estudio de la Historia, tanto entre docentes de la primaria y secundaria, como entre los de estudios superiores o especializados.
Otro de los aspectos si se ha cumplido a cabalidad. Me refiero a la exaltación de este intelectual estudioso de la Academia de la Historia, por su puerta más amplia y brillante, pues el verso de DéAnnunzio confronta un axioma irrefutable: "Del tiempo la ardua sentencia". Que es, exactamente, lo acontecido a este escritor y periodista sembrado en Guayana para llevar a conocimiento de la Nación y del Continente la vida de una región pródiga, grata y extraordinaria como la que más.
La noticia en referencia provino de una información de Venpres, firmada por el periodista Gustavo Naranjo Jr. y publicada en el vespertino El Mundo. Pocas satisfacciones han hecho latir mi corazón como esas 43 líneas. Y, consiguientemente ha derivado de ello una necesaria conclusión: si todos practicamos la lección impartida por este maestro, ahora togado, que es Américo Fernández, al tomar a la provincia como base y objetivo obligados de sus ensayos para lanzar su nombre como catapulta hacia la consagración, entonces otro sería el acervo histórico, cultural y científico de esta América nuestra.
En Américo Fernández el hecho histórico pasa en forma castigada por la alquitara de su privilegiada pluma, para convertirse en agua clara, fresca y transparente y llegar hasta el lector para constituirse en saludable tónico para su cultura en ciernes. Que en una consideración colateral, es la verdadera función de escriba y testigo de la epopeya del hombre a su paso sobre el globo terráqueo. El sociólogo con Arnold J. Toynbee a la cabeza viene después. La piedra sillar o angular la labra y coloca el historiador autentico, veraz, incontaminado, vertical.
Con lo afirmado por Agathon, filósofo griego del Siglo IV antes de Jesucristo, en el sentido de que "ni Dios puede cambiar al pasado" el intelectual ha enfrentado y respetado la grandeza de esta importante disciplina. La misma de don Miguel de Cervantes Saavedra, quien dice en su obra: "El ingenioso Hidalgo, Don Quijote de la Mancha", "La historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado; ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir", y de ningún modo como lo afirmado por Anatole France con su inconfundible estilo, la historia, impurita y disoluta, vendida a los poderosos, sostenida a sueldo de los reyes, enemiga de los pueblos, mísera y falsa".
La disciplinada, metódica y elevada actitud de Américo Fernández en Guayana, ha servido igualmente para dar vigencia a la bíblica admonición del Divino Maestro, cuando en Nazareth, su patria chica, exclama, no sin dolor, "¡Nadie, es profeta en su tierra!", sacras palabras que el apóstol San Marcos se encarga de trasmitir a la posteridad en un elevado magisterio para ser grabadas en oro en el alma misma de los pueblos

La Historia del hilo conductor / Rebeca Medina Queraguán

Publicado en el 2012 en la revista “Comoditte” de Ciudad Guayana

La Historia del hilo conductor / Por Rebeca Medina Queraguán

Una sociedad sin memoria, eso seríamos sin personajes como Américo Fernández, quienes en la sombra de la grandeza histórica hacen posible rememorar los grandes episodios de un pasado tan cercano como lejano, pero nunca olvidado. Cronista oficial de Ciudad Bolívar desde 1989, Fernández ha desplegado a través de los años una labor a veces imperceptible para la cotidianidad de los habitantes de esta región a pesar de ser una consulta obligada al indagar en los acontecimientos que nos han marcado desde tiempos inmemoriales hasta nuestros días, pues ¿quién relata la historia del historiador, quién construye la crónica del cronista, quién reanima al que le ha dado vida a incontables personajes ahora tan importantes como él mismo?
"La vida es una aventura del cuerdo y el soñador implacable que todos llevamos por dentro" sentencia el cronista padre de seis hijos y abuelo de seis nietos nacido hace 70 años en tierras bañadas por el sol más intenso en la Isla de Coche, pero pronto Fernández, adoptaría a Ciudad Bolívar como su ciudad, esa misma que compara con las casas griegas, frente a los arrecifes del mediterráneo. Fabricar este símil le hace brotar una sonrisa casi infantil, siendo "Zorba el Griego" una de sus películas predilectas, protagonizada por Irene Papas, a quién tuvo la oportunidad de conocer con motivo de una visita que efectuara a tierras guayanesas hace 21 años cuando filmaba la serie televisiva Océano.
Su título de Comunicador Social de la Universidad Central de Venezuela fue obtenido con el máximo merecimiento académico (Magna Cum Laude), Fernández, confiesa sin dudas ni amarguras, que no le hubiese gustado ser otra cosa en la vida que periodista. Por varios años fue corresponsal de "El Nacional" tanto en Ciudad Bolívar como en Puerto Ordaz, de esa época conserva una carta manuscrita
Por: Rebeca Medina Quereguán
de Francisco Herrera Luque, quién luego de leer un texto elaborado por él lo elogió por su "prodigiosa capacidad de síntesis".
Su excepcional generosidad a la hora de nutrir de información a quién acuda a su puerta definen el mayor rasgo de empatía del claramente introvertido historiador. Durante su vida, reconoce que ha sido gratificante contar con la cristalina amistad de personas como Gustavo Naranjo, José Quiaragua Pinto, Juvenal Herrera y por supuesto el maestro Jesús Soto, con quien compartió parrandas, conciertos de guitarra y esa labor incesante del artista cinético.
De no existir entre nosotros, un valor humano, un divulgador como Américo Fernández, hubiésemos tenido que inventarlo. Gracias a Dios existe y podemos comprender con y a través de su obra, de dónde venimos. Mientras tanto él seguirá desentrañando todas las incomparables tramas de las que está compuesta nuestra historia.


viernes, 24 de agosto de 2012

Américo Fernández, Premio Federico Pacheco Soublette

(Publicado en el diario El Nacional” el 30 de julio de 1985)

Américo Fernández, Premio Federico Pacheco Soublette
El periodista debe hablar poco y escuchar mucho

Carmen Carrillo
Ciudad Guayana, 29 (Especial).
Tiene una voz profunda que impresiona y más de una admi­radora ha pensado que su dueño es un hombre alto y con una personalidad avasalladora. Sin embargo, Américo Fernández se de de ese comentario porque más bien él es muy callado, algo tímido y hasta muy parco para ser periodista.
Dice que un buen reportero debe hablar poco y escuchar mucho. Así Américo Fernández acaba de ganar por segunda vez el premio «Federico Pacheco Soublette. que otorga El Na­cional al corresponsal más destacado del año.
La noticia la toma con mucha tranquilidad y sólo aquellos que lo conocen bien, notan como cierta rapidez al hablar y una risa poco acostumbrada en su rostro.
El corresponsal de este diario en Ciudad Bolívar, nació en una aldea de pescadores, en una isla que como dice el mismo "tiene cinco kilómetros de ancho por once de largo". Coche, su tierra natal. Su padre era maestro y su mamá costurera, y aun­que allí vivían de la pesca, a Américo nunca le gustó pescar.
Siempre sintió inclinación por la palabra escrita, al punto que una vez en tercer grado, la maestra lo dejó encargado de las ciases por tres meses y con el dinero que obtuvo compró una máquina de escribir, en la cual redactaba hojas sueltas, criti­cando las acciones de ciertos funcionarios. Luego las colocaba en los postes de la isla.
Américo decidió marcharse de Coche a estudiar a otro lado. Se fue con el cura Juan Bautista Marcano quien lo inscribió con el padre Agustín en la escuela «Francisco Esteban Gómez«, en La Asunción.
Después se trasladó a Porlamar y de allí a Caracas a estu­diar la secundaria.
—Realmente hice periodismo remunerado —relata Américo­ en Ciudad Bolívar, a pesar de que cuando estaba en quinto grado es­cribí un folleto titulado Prontuario Geográfico de la Isla de Coche, primera publicación de ese tipo sobre la zona.
Participó en la lucha contra la dictadura y por un mitin que dio en Coche, fue detenido y fichado por la Seguridad Nacional. Allí ha­blaba como simpatizante de URD en contra del gobernador.
Su familia lo saca de la cárcel y lo envía a Ciudad Bolívar a casa de un primo hermano que era gerente en una Cervecería. Ayuda al pariente en el negocio y se dedica a escribir para el diario El Lucha­dor, de Jorge Suegart.
Cuando nace El Bolivarense, fundado por Brígido Notara Ricce se hace un asiduo colaborador del tabloide. Sus escritos eran tan polémicos que Pedro Vicente Gómez, distribuidor de los periódicos de la Cadena Capriles, le propone ser correspon­sal de Últimas Noticias, La Esfera, El Mundo y la revista Elite.
Paralelamente se desempeñaba como diputado a la Asamblea Legislativa por URD. Y trabajando para Ultimas Noticias eliminan la corresponsalía, por lo cual Rafael Durán Rondón, director de El Bolivarense, lo nombra jefe de redacción de este diario.
Para ese tiempo —cuenta Américo—, El Nacional tenía como corresponsal a José Luis Mendoza, quien se iba de vaca­ciones y nombró como sustituto a Joaquín Latorraca. Al parecer, en Caracas no gustó el trabajo de éste y José Luis volvió a Ciudad Bolívar buscando un nuevo suplente.
Esta vez –dice- me llamó a mi y en esa época cualquier periodista anhelaba trabar aunque fuese un día en El Nacional.
Cuando regresó Mendoza, el jefe de Provincia, Omar Pérez, lo envió a Puerto La Cruz y Américo se quedó como correspon­sal en Ciudad Bolívar. En 1967 obtiene por primera vez el pre­mio «Federico Pacheco Soublette. y el diploma se lo firma Ramón J. Velásquez.
Veinte años
Américo Fernández cumple veinte años en el periódico y recuerda mucho a José Moradell y a Omar Pérez, de quienes aprendió mucho. Cuenta, por ejemplo, que esté último lo en­señó a redactar corto y le decía que hasta La Biblia cabe en una cuartilla. Como anécdota, refiere la vez que Francisco Herrera Luque dictó una conferencia de dos horas en Ciudad Bolívar. "Logré redactar el material en siete u ocho cuartillas y recibí una carta de Herrera Luque en la cual me felicitaba por mi ca­pacidad de síntesis".
El corresponsal de Ciudad Bolívar relata que Moradell siempre quiso sacarlo de allí y trasladarlo a Puerto La Cruz, Barquisimeto o Caracas. "Nunca quise, y una vez el doctor Ar­turo Uslar Pietri me envió a la corresponsalía de Puerto Ordaz y me aumentaron el sueldo. Aguanté tres meses en esa ciudad de sol y concreto, y me devolví aunque ganara menos".
Fue secretario general de la AVP durante siete años y pre­sidente de la Convención Nacional que se celebró en esa ciu­dad. Apunta que la AVP como organismo gremial fue más so­lidaria y celosa de la profesión que el Colegio Nacional de Pe­riodistas. Admite que éste ha tenido muchas fallas.
En su vida privada, Américo Fernández sostiene que nunca ha influido en las profesiones de sus cinco hijos. Tiene un varón y cuatro muchachas. Angel Américo es profesor de historia, Rusalka es socióloga, Ondina estudia educación y Riolama, biolo­gía. La más pequeña llamada Aror, acaba de aprobar segundo ario de bachillerato y es la única que dice que será periodista.
El ganador del Premio «Federico Pacheco Soublette., 1985, ha escrito un libro titulado Cronología de Venezuela, el cual es re­comendado por el Ministerio de Educación como texto de es­tudio en el Estado Bolívar. Tiene en proyecto publicar las es­tampas infantiles que escribió para Tricolor y Uyapar y piensa recopilar sus trabajos sobre El Correo del Orinoco.
Mi mayor aspiración —dice Américo—, es revivir la revista Orinoco, que edité junto con Gladys Figarella. Mi problema es que nunca he podido vender un aviso y como ese era el trabajo de Gladys, y ella se fue, no he podido comenzar otra vez. Américo Fernández fue presidente de la Asamblea Legislativa y fundador del Museo de Ciudad Bolívar y Museo Soto. Actual­mente es miembro de la Junta Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, a nivel regional, y pertenece al Comité de Defensa de la Ciudad.
Ha ganado todos los premios culturales y periodísticos a nivel regional y expresa con toda tranquilidad que quiere dejar el reporterismo diario para dedicarse a la investigación y a escribir, para poner en marcha la revista Orinoco. La voz profunda vuelve a ser la de siempre. Ahora el corresponsal de El Nacional en Ciudad Bolívar recuerda su vida en Coche y dice: a mí nunca me gustó pescar.