Publicado en el 2012 en la revista “Comoditte” de Ciudad Guayana
La Historia del hilo conductor / Por Rebeca Medina Queraguán
Una sociedad sin memoria, eso seríamos sin personajes como Américo Fernández, quienes en la sombra de la grandeza histórica hacen posible rememorar los grandes episodios de un pasado tan cercano como lejano, pero nunca olvidado. Cronista oficial de Ciudad Bolívar desde 1989, Fernández ha desplegado a través de los años una labor a veces imperceptible para la cotidianidad de los habitantes de esta región a pesar de ser una consulta obligada al indagar en los acontecimientos que nos han marcado desde tiempos inmemoriales hasta nuestros días, pues ¿quién relata la historia del historiador, quién construye la crónica del cronista, quién reanima al que le ha dado vida a incontables personajes ahora tan importantes como él mismo?
"La vida es una aventura del cuerdo y el soñador implacable que todos llevamos por dentro" sentencia el cronista padre de seis hijos y abuelo de seis nietos nacido hace 70 años en tierras bañadas por el sol más intenso en la Isla de Coche, pero pronto Fernández, adoptaría a Ciudad Bolívar como su ciudad, esa misma que compara con las casas griegas, frente a los arrecifes del mediterráneo. Fabricar este símil le hace brotar una sonrisa casi infantil, siendo "Zorba el Griego" una de sus películas predilectas, protagonizada por Irene Papas, a quién tuvo la oportunidad de conocer con motivo de una visita que efectuara a tierras guayanesas hace 21 años cuando filmaba la serie televisiva Océano.
Su título de Comunicador Social de la Universidad Central de Venezuela fue obtenido con el máximo merecimiento académico (Magna Cum Laude), Fernández, confiesa sin dudas ni amarguras, que no le hubiese gustado ser otra cosa en la vida que periodista. Por varios años fue corresponsal de "El Nacional" tanto en Ciudad Bolívar como en Puerto Ordaz, de esa época conserva una carta manuscrita
Por: Rebeca Medina Quereguán
de Francisco Herrera Luque, quién luego de leer un texto elaborado por él lo elogió por su "prodigiosa capacidad de síntesis".
Su excepcional generosidad a la hora de nutrir de información a quién acuda a su puerta definen el mayor rasgo de empatía del claramente introvertido historiador. Durante su vida, reconoce que ha sido gratificante contar con la cristalina amistad de personas como Gustavo Naranjo, José Quiaragua Pinto, Juvenal Herrera y por supuesto el maestro Jesús Soto, con quien compartió parrandas, conciertos de guitarra y esa labor incesante del artista cinético.
De no existir entre nosotros, un valor humano, un divulgador como Américo Fernández, hubiésemos tenido que inventarlo. Gracias a Dios existe y podemos comprender con y a través de su obra, de dónde venimos. Mientras tanto él seguirá desentrañando todas las incomparables tramas de las que está compuesta nuestra historia.
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