domingo, 26 de agosto de 2012

Un escritor prestado al periodismo / Carmen Carrillo

Hay, periodistas prestados al oficio de escritor y hay escrito­res que se sumergen en la profesión de pe­riodistas. A este úl­timo grupo pertenece Américo Fernández, corresponsal de El Na­cional en Ciudad Bo­lívar por más de veinte años y dos veces ga­nador del premio in­terno "Federico Pache­co Soublette".
Entrevistarlo es fácil y difícil al mismo tiem­po. Fácil porque como amigo es muy espon­táneo, y franco y difícil porque es bastante tí­mido para ser un fa­blistán.
Es de un hablar pau­sado, suave y poco fre­cuente pero cuando se sienta frente a una má­quina de escribir, por los dedos de las manos le saltan las palabras, ideas, frases, diálogos e historia. Sí, es un his­toriador y hasta un na­rrador de cuentos, pero de esos que son buenos.
Pertenece a la lla­mada vieja guardia del periodismo a pesar de que sigue siendo un hombre joven de espí­ritu y edad y sin em­bargo tiene muy claro que la función de todo comunicador es contri­buir a la formación de opiniones, desde un punto de vista peda­gógico.
No le gusta la panta­lla ni los periodistas pantalleros o como dice "esos que entran al oficio a dañar la mística.  Y desde la oficina de El Nacional en la calle Libertad de Ciudad Bolívar estrecho paso empedrado divisa al Orinoco que pareciera bostezar en las tardes de calor.
Todavía lo sorprenden las cosas cotidianas. Lo maravillan hechos sencillos y no ha perdido esa sensibilidad social, necesaria para entender el comportamiento del hombre con sus virtudes y defectos.
Considera que el periodista debe escuchar y hablar poco, pues ese es su principal trabajo y aunque parezca mentira es un soñador empedernido.
Américo Fernández, es nativo de Coche es cochero. Siempre que tiene oportunidad vuelve a su casa en esa amarilla isla del Mar Caribe. Allí se encuen­tra con los fantasmas de su vida, esos que le sacuden la hamaca cuando está leyendo.
Luego regresa a Ciu­dad Bolívar y él mismo ya no sabe cuáles son sus auténticas raíces. En todo caso le gusta contemplar al Orinoco que pasa lento y can sado como, una gigantesca serpiente que acabara de comer y recordar las arenas de Coche.
Ha sido desde diputado a la Asamblea Legislativa hasta escritor de libros de historia.
Y tiene en mente un nuevo sueño: poder dirigir su propia revista.

Carmen  Carrillo

Publicación mensual de la C.A. Editora El Nacional para su personal / Marzo 1986

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